El eje Wojtyla-Ratzinger y Calderón
Carlos Fazio (La Jornada)
Cuando en marzo de 2005 el papa Karol Wojtyla agonizaba en Roma, hacía ya años que había dejado de gobernar a la Iglesia católica. El dilema del cónclave de cardenales que debería designar a su sucesor era si elegirían a un pontífice que retomara el Concilio Vaticano II o uno que prolongara la contrarreforma católica. La incógnita estribaba en quién predominaría: ¿Juan XXIII o Juan Pablo II? ¿Una nueva transición o el continuismo?
El designado fue Joseph Ratzinger, quien de noviembre de 1981 al momento de su nombramiento como nuevo pontífice se había desempeñado como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Teólogo de profesión, durante el pontificado restaurador de Juan Pablo II ese teutón nacido en Baviera se había convertido en su verdadero alter ego, liderando desde el edificio de la antigua Inquisición, cual fiel cruzado, todas las guerras de Wojtyla contra los obispos, sacerdotes, religiosas y teólogos contestatarios que osaron poner en duda su magisterio, incluidos los