Me encuentro una serie de artículos de Carlos Fazio y en especial éste, publicado apenas hace unos días en La Jornada, el 29 de septiembre, tres días después de la masacre de normalistas de Ayotzinapa en Iguala y me parece que puede ayudar a entender por qué tanta saña con los normalistas solo que DONDE DICE GUERRILLA hay que poner GUERREROS UNIDOS. Y no porque haya sido una banda criminal dejar de insistir en que este es un crimen de estado, ordenado desde arriba usando al alcalde Abarca Velázquez y sus muchachos para eliminar dos problemas de un solo manotazo: Los jóvenes incómodos de Ayotzinapa y de paso desacreditar a la izquierda (en especial a Morena y AMLO); la hipótesis que menciono en el anterior post.
Michoacán y el monopolio de la fuerza
Carlos Fazio /VII (La Jornada)
Desde mediados de 2006, fuentes gubernamentales y analistas coinciden en que la violencia en Michoacán está vinculada con la guerra a las drogas, estrategia puesta en práctica por el presidente de Estados Unidos Richard Nixon, en 1971. Ahora, cuando crece un consenso internacional sobre el fracaso de ese enfoque militarista, cabe citar a Noam Chomsky cuando afirma que las fallidas consecuencias de la lucha antinarco fueron intencionales; es decir, calculadas. Según el catedrático del Instituto Tecnológico de Massachusetts, esa estrategia ha tenido un propósito diferente al anunciado: sirvió para controlar y anular esfuerzos autonómicos de comunidades campesinas y beneficiar a poderosos intereses, en particular, los de grandes empresarios agrarios y del sector financiero y bancario que se benefician del mercado creado por los traficantes (Chomsky, La Jornada, 13/5/12).
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