…y la sumisión de los demás!!! | Lo único que se necesita para que triunfe el mal, es que los hombres buenos hagan nada. Edmund Burke. Escritor y pensador político irlandés. 1729-1797
Hay varias inconsistencias sobre lo que relata el detenido Rodrigo Elizalde Mora, alias ‘el chemis’ perteneciente al Cartel del Pacífico Sur y presunto culpable de los asesinato de Juan Francisco Sicilia y otras 3 personas (no las 7 personas que fueron asesinadas y encontradas en un automóvil el pasado 28 de marzo). Las inconsistencias las señala el abogado de la familia Sicilia, Julio Hernández, además que se convocó sólo a algunos medios para presentar al presunto culpable.
No sería la primera vez que se presenta a chivos expiatorios para encubrir a los verdaderos culpables o para no hacer evidente la incapacidad del estado para cumplir con su tarea de encontrar a los culpables.
Carmen Aristegui, afónica, acompañada de Matio Martínez y Rey Rodríguez de CNN en español, hacen la conexión a Cuernavaca para entrevistar a Javir Sicilia y hacer un pequeño resumen de lo que ocurrió en otras ciudades con motivo de la la Marcha nacional y la Emergencia nacional por y contra la violencia que se vive en México:
Ahora sí erraron el blanco. No es lo mismo haber matado al hijo de Javier Sicilia que a los de Alejandro Martí, Nelson Vargas o Isabel Miranda de Wallace. Si bien ellos llegaron a ser importantes voces ciudadanas de repudio a la inefectividad gubernamental, hoy ya no insisten en la renuncia de los que no pueden, sino se dedican a recibir premios y a respaldar la totalitaria Iniciativa México (IM) en su campaña por mover las conciencias de los mexicanos (mi análisis de IM:http://bit.ly/9dob1b).
Pero otra historia se contará sobre el caso de Juan Francisco Sicilia y su padre Javier. Felipe Calderón se apresuró a llamar por teléfono al poeta inmediatamente después de que el cadáver de su hijo fue encontrado porque sabe que ésta podría ser perfectamente la gota de sangre que derrame el vaso. Javier Sicilia es un hombre culto y de izquierda que difícilmente podrá ser domesticado. Podríamos estar a punto de vivir una verdadera avalancha social de repudio al sangriento fracaso en materia de seguridad pública.
Todo ciudadano mexicano verdaderamente interesado en
La ejecución de Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca, Morelos, a finales de diciembre, marcó un punto de inflexión en la guerra reguladora sin fin que envuelve al Estado mexicano y a los cárteles de la economía criminal. Beltrán Leyva no podía quedar vivo. Sabía mucho. Como pocas veces antes habían quedado exhibidas nuevas modalidades de la compleja maquinaria integral que abarcan los distintos giros de la economía criminal –indisolublemente atada a la economía legal– y sus vastas redes de protección. Por eso había que silenciarlo. Además, los 62 balazos que recibió y la decoración funeraria que profanó su cuerpo llevan implícito el mensaje de que se trató de una muerte con valor ejemplarizante, al margen de la ley.Investigaciones judiciales filtradas a los medios revelan que el cártel del Pacífico había penetrado los círculos de inteligencia de los aparatos de seguridad del Estado –incluidas la Procuraduría General de la República (PGR), la Policía Federal y la Secretaría de la Defensa Nacional– y establecido pactos de tipo delincuencial y mafioso con funcionarios de los tres órdenes de gobierno (federal, estatal y municipal) en varias entidades.
Según datos de la PGR y la Armada, el capo contaba en Morelos con la colaboración delictuosa de un coronel y dos mayores