La execrable masacre de Iguala ha exhibido la enorme podredumbre de las instituciones políticas en todos los niveles de gobierno. Pero también ha reactivado redes de solidaridad locales, nacionales e internacionales, cuya fuerza podría finalmente poner fin a la ignominia del (neo)liberalismo despótico, en el poder desde la fundación del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1946.
Ha surgido un histórico concierto de voces coincidentes en favor de la renovación de la política nacional: desde el Parlamento Europeo (véase: http://ow.ly/CD3fn ) hasta los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional; desde