Samuel Ruiz: el caminante.

por avellanedaportufgal

Adiós a un hombre ocupado en mejorar las condiciones de vida de sus hermanos.

Reconocer y recordar su trabajo es verlo en la búsqueda de la paz para Chiapas, no solamente como mediador ante el EZLN sino en todos los demás momentos de la vida de las comunidades indígenas. Y trabajando a pesar del del descontento de sus superiores en Roma por los principios reales de la iglesia sin la hipocresía que ha desviado muchos católicos.

Agregaría esta cita de un articulo de la Jornada de de Blanche Petrich:
«Pero esta obra, que por lógica debería ser admirada por la Iglesia, no cae nada bien entre los poderosos jerarcas del Vaticano, en parte por una visión racista prevaleciente en Roma y en parte porque el concepto indígena entra en fricción con uno de los tabúes máximos del catolicismo: el celibato de sus clérigos. Entre los indígenas de Chiapas, un hombre soltero, sin una mujer al lado, es un hombre incompleto, inmaduro, a quien no se le pueden otorgar responsabilidades de peso frente a la comunidad. Sólo en pareja se alcanza la plenitud.
Los agentes de pastoral de San Cristóbal –sean jesuitas, dominicos o diocesanos– entienden, cada uno con su matiz, esta naturaleza y la asumen. Cada tunujel (diácono en tzotzil) o abatinel (en tzeltal) puede leer las escrituras, dar la comunión e impartir algunos sacramentos en ausencia de un sacerdote. Pero antes de acceder a ese grado, el diácono y su esposa pasan por un largo proceso de preparación, servicio, estudio y pruebas.»

Me pereció importante mencionar este material que se publicó en La Jornada
La obra del \»obispo de los pobres\»

Recibe el mejor homenaje: el de los indios

Hermann Bellinghausen
Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de enero de 2011, p. 3

San Cristóbal de las Casas, Chis., 25 de enero. Es interminable el río de personas que desfilan ante el féretro del Tatic Samuel Ruiz García. Miles, de toda edad o condición social, asoman a la ventana para verlo por última vez. Es altamente probable que todos lo hayan conocido antes, o al menos visto en persona, y quizás tocado.

Desde la madrugada, cuando llegaron sus restos a la catedral, buena parte de la población de esta ciudad ha venido a verlo. Se ha visto a ex funcionarios de distintos gobiernos. Gente llegada de otros estados. Y muchos indígenas. Primero de los municipios vecinos como Zinacantán y San Juan Chamula. Más tarde de San Andrés, Huixtán, Altamirano, Amatenango del Valle, Comitán. Y luego Salto de Agua, Sabanilla, Palenque. Un río de gente estremecida. Algunos acarician el cristal, lo besan o dicen algo en voz baja, nada más para el Tatic.

En las celebraciones religiosas han estado los párrocos claves en la construcción de la iglesia indígena, que es el legado social, y no sólo religioso, de Ruiz García. Fueron controvertidos cuando estuvieron en las parroquias de Simojovel (Joel Padrón), Tila (Heriberto Cruz Vera), Miguel Chanteau (Chenalhó), Gonzalo Ituarte (Ocosingo). Una generación de curas políticos: el que no preso, expulsado por Migración, amenazado por los ganaderos o calumniado en los medios locales.

Han sido testigos del extraordinario proceso social de los pueblos mayas chiapanecos en los pasados 30 años. En términos simbólicos, lo son hoy una vez más. Asímismo, en el atrio y la catedral se encuentran presentes miembros de organizaciones como Xi’Nich, Aric y Las Abejas, cuyas luchas precedieron, anticiparon o acompañaron el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Una figura de especial significado es Raúl Vera, obispo de Saltillo, por unos años coadjutor de Ruiz García. Tuvo, como el propio Tatic, su camino a Damasco. Al conocer los pueblos de Chiapas se cayó del caballo, como el Saulo del pasaje bíblico leído anoche al llegar el féretro a la catedral. Vera es su sucesor en el puesto del obispo católico más incómodo para el poder en todo el país.

De todas partes

Viene de lejos el homenaje de los indígenas chiapanecos al Tatic (padre, en tzeltal), que hoy convergen por miles en la catedral consagrada al santo católico de los viajeros, San Cristóbal. Viene de décadas atrás, y de todas las regiones indias de Chiapas. Desde la madrugada han arribado grupos de fieles desde Simojovel, Chenalhó, Chilón, Ocosingo, Tila, Las Margaritas, Motozintla. De las esquinas más ocultas del alguna vez “rincón más olvidado de la patria”, como expresaron los zapatistas en 1994.

Hoy se celebraron varias misas; a mediodía y al anochecer las más solemnes. Organizaciones políticas y sociales, grupos parroquiales, comunidades tzeltales, tzotziles, choles, mam, tojolabales, una vez más “dan color” al paso de Ruiz García, quien como radioaficionado se identificaba como El Caminante. Durante las décadas de su presencia episcopal visitó la mayor parte de ellas. Aún no existían las carreteras y brechas que trajo la guerra a estas tierras, pero el Tatic llegaba. A pie o a lomo de bestia. Hoy son esos pueblos los que llegan, y mañana habrán de enterrarlo aquí mismo, en la catedral que ocupa el centro de esta ciudad históricamente hostil a ellos.

En 1982 sucedió una terrible matanza de indígenas en Wolonchán (Chilón). En aquella época “no había quién contara los muertos”, como dijo alguna vez Andrés Aubry. Más de 50 víctimas olvidadas. Más que en Acteal, ocurrido en 1997, cuando la noticia dio la vuelta al mundo, puso a temblar al gobierno de la República y sigue siendo una herida viva. Chiapas ya era otro, y don Samuel tenía gran mérito en ello. Los indios ya contaban. No en balde aquí es una de las cunas de la conciencia moderna de los derechos humanos.

Mientras depositaban veladoras y flores junto al féretro, los indígenas hablaban y rezaban con el TaticFoto Víctor Camacho
Precursor en la materia a escala nacional, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, o Frayba, fue creado a finales de 1988 por el propio Ruiz García, y lo presidió hasta este lunes. El Frayba expresa hoy: “En su incansable lucha por la defensa de los derechos humanos fue inspirador y guía de varias organizaciones civiles y de procesos sociales en la construcción de la justicia, mediador en los diálogos entre el EZLN y el gobierno mexicano, un gran teólogo de la liberación e impulsor de la teología india. Fue candidato al Nobel de la Paz y recibió distintos reconocimientos por su trabajo en la defensa de los derechos humanos”.

El Frayba ratifica su compromiso “de caminar al lado y al servicio del pueblo pobre, excluido y organizado que busca superar la situación socioeconómica y política en que vive, tomando de él dirección y fuerza para contribuir en su proyecto de construcción de una sociedad donde las personas y comunidades ejerzan y disfruten todos sus derechos a plenitud”.

Por su parte, el Frente Nacional de Lucha por el Socialismo en Chiapas manifestó: “No olvidamos las muestras de solidaridad incondicional que nos brindó en las diversas etapas de lucha y conflictos que hemos enfrentado como pueblos indígenas y como organización, ante el Estado que no cesa en exterminar todo intento organizativo del pueblo”.

Recuerda “su colaboración y apoyo incondicional a las luchas en diferentes rincones del país, por la liberación de los presos políticos y de conciencia, contra la explotación minera, por la presentación con vida de los desaparecidos y el respeto a los derechos humanos, en favor de los oprimidos y explotados”.

En tanto, Nataniel Hernández Núñez, representante del Centro de Derechos Humanos Digna Ochoa, con sede en la ciudad costeña de Tonalá, manifestó: “el Tatik Samuel nos ha dejado un legado por la lucha y la defensa de los derechos humanos, y por la justicia. Por ello, los integrantes de este centro seguiremos los pasos de El Caminante y cuidador de los pueblos para seguir el proceso de paz, justicia y respeto de los derechos humanos de los pueblos en Chiapas”.

Ha sido notable la participación en las exequias de don Samuel de los tres niveles de gobierno. Luis H. Álvarez llegó como enviado personal del presidente Felipe Calderón. Anoche, el gobernador Juan Sabines Guerrero acompañó los restos hasta el altar de la catedral, luego de encargarse de traerlo de la ciudad de México. La presidenta municipal, Cecilia Flores, puso infraestructura y policías, y mandó corona. Por lo demás, se dejaron ver ex miembros de la Cocopa “histórica” y de la disuelta Conai, todos amigos del Tatic.

La prensa chiapaneca se volcó en el reconocimiento a Ruiz García. Lo mismo hizo la primera plana del PRI local: Sami David, la senadora María Elena Orantes y la alguna vez secretaria de Gobierno Arely Madrid Tovilla, responsable de la política contrainsurgente de Roberto Albores Guillén. Tampoco para ellos es un secreto que sin el Tatic sería imposible entender la historia moderna de Chiapas, y que su legado los sobrevivirá a todos ellos.

La obra del “obispo de los pobres” no pudo desmontarla ni el Vaticano

Blanche Petrich

La Jornada Samuel Ruiz
Miércoles 26 de enero de 2011, p. 4

El sueño de Samuel Ruiz García, poder ordenar en su diócesis a los primeros sacerdotes indios de Chiapas, nunca se pudo cumplir. Pero en cambio dejó en su extensa diócesis de San Cristóbal de las Casas una estructura de diáconos indios que democratizaron la institución clerical –según lo describe el historiador Jan de Vos– y que a partir de 2000, cuando el histórico prelado se retiró, no pudo ser desmontada por su sucesor Felipe Arizmendi, a pesar de las órdenes puntuales que en su momento recibió del cardenal Ángelo Sodano desde Roma.

“La obra de don Samuel no se desmontó en la década reciente –explica Pablo Romo, que en esos años, como fraile dominico, trabajaba muy cercano al obispo en el área de la defensa de los derechos humanos– porque no fue la construcción de un solo hombre, sino de muchos, religiosos, religiosas y seglares. Y sobre todo fue un legado bien arraigado en el corazón de los indígenas”.

Hace 11 años, cuando Samuel Ruiz se retiró de Chiapas, no había un solo servicio (luz, drenaje, teléfono, agua potable, carreteras, salud o educación) que cubriera la totalidad del territorio de la diócesis sancristobalense, con más de un millón y medio de personas en cerca de 2 mil comunidades, en su mayoría indígenas. Excepto el servicio religioso. Aunque la región sólo contaba con 58 sacerdotes, 100 misioneros y 173 religiosas, tenía para entonces 400 diáconos ordenados y eso permitía que cada ermita pudiera celebrar misas y fiestas cada que correspondía.

Contaba en esa época el párroco de Guatquitepec, Ignacio Morales, jesuita y hermano del párroco de Bachajón, Mardonio Morales: “Mientras más diáconos haya, más viable es nuestra misión”.

Pero esta obra, que por lógica debería ser admirada por la Iglesia, no cae nada bien entre los poderosos jerarcas del Vaticano, en parte por una visión racista prevaleciente en Roma y en parte porque el concepto indígena entra en fricción con uno de los tabúes máximos del catolicismo: el celibato de sus clérigos. Entre los indígenas de Chiapas, un hombre soltero, sin una mujer al lado, es un hombre incompleto, inmaduro, a quien no se le pueden otorgar responsabilidades de peso frente a la comunidad. Sólo en pareja se alcanza la plenitud.

Los agentes de pastoral de San Cristóbal –sean jesuitas, dominicos o diocesanos– entienden, cada uno con su matiz, esta naturaleza y la asumen. Cada tunujel (diácono en tzotzil) o abatinel (en tzeltal) puede leer las escrituras, dar la comunión e impartir algunos sacramentos en ausencia de un sacerdote. Pero antes de acceder a ese grado, el diácono y su esposa pasan por un largo proceso de preparación, servicio, estudio y pruebas.

De Xicotepec a Huixtán

En 1970, todavía frescas las experiencias de la conferencia episcopal de Medellín, Samuel Ruiz citó, como integrante del Centro Episcopal de la Pastoral Indígena, a una reflexión en la que participaron catequistas indígenas de todo México sobre las dificultades con las que tropiezan en sus comunidades con la estructura eclesial. Se realizó en Xicotepec, Veracruz, tierra totonaca.
El resultado es un documento redactado en muchas lenguas, pero que en español se llama Indígenas en polémica con su Iglesia y constituye, en pocas palabras, un ejercicio en el que los clérigos abren oídos a las críticas y quejas acumuladas por siglos de los fieles en los pueblos indios.

Andrés Aubry, antropólogo, ex jesuita y cercano amigo de Ruiz García, explica que fue precisamente a partir del consenso de Xicotepec que el obispo pudo pasar a la acción, aplicando en Chiapas el decreto conciliar Ad gentes, nombrando a los primeros diáconos indígenas permanentes. En 20 años ordenó a 300 de ellos, todos casados, el mayor número en todas las diócesis de la República, donde se contaban en aquellos años apenas 10. En América Latina sólo había 100. Para no provocar mayores fricciones con la jerarquía romana, se evitó el término “diaconesa”.

El 18 de enero de 2000, en la que se conoce como la liturgia de Huixtán, ya como parte de su despedida, don Samuel ordenó a otros 103 diáconos, al lado de su adjunto Raúl Vera. Provenientes de todas las etnias del estado, incluidos algunos mestizos, los servidores son investidos en forma permanente, con la mayor solemnidad y estricto apego a los cánones vaticanos y al ritual romano. En esa ocasión el obispo saliente elevó una plegaria: “Pedimos a Dios que este árbol no sea lastimado”.

Al tomar conocimiento de las ordenaciones en Huixtán, el Vaticano reacciona con virulencia, el nuncio Justo Mullor cancela su participación en la misa solemne para despedir al obispo de San Cristóbal y se preparan represalias ulteriores.

El 23 de febrero, el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Sodano –sin competencia en materia de sacramentos– convoca una reunión de dicasterios en Roma para analizar la ordenación de estos diáconos indígenas, se subraya en los documentos que surgen de esa reunión.

De modo racista –acentúa Aubry– el Vaticano pide que se evite usar el término diácono indígena permanente, invita a los ya ordenados a desertar y pone en duda la conciencia religiosa que pudieran tener los 400 ordenados. Explica Aubry que “esta iglesia puede aparecer diferente, por su riqueza, a los occidentales cuando en realidad es un secreto de Dios y la garantía de que las raíces crecerán profundas en la diversidad de cada grupo humano”.

En esta última década, bajo el obispado de Felipe Arizmendi, no han sido ordenados nuevos diáconos indígenas en Chiapas. Los que ejercen el diaconado van envejeciendo y no hay relevo. “Y es cierto –admite Pablo Romo, quien en este periodo también dejó el sacerdocio y hoy trabaja en Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz) en México–, sí hay intereses de altos niveles de la Iglesia y otros poderes para dividir y desmantelar la obra de Samuel Ruiz. Se generan divisiones, se introducen otros movimientos. Pero a pesar de todo, lo sustantivo sigue ahí, en la raíz”.
El EZLN manifestó su pesar por la muerte del obispo emérito Samuel Ruiz García y reconoció su compromiso y trayectoria como individuo, y como representante de toda una corriente dentro de la Iglesia Católica.

El EZLN reconoce

En un comunicado firmado por los autodenominados subcomandante «Marcos» y el teniente coronel «Moisés», reconoce que don Samuel no solamente destacó en un catolicismo practicado con los desposeídos, sino también que con su equipo «formó toda una generación de cristianos comprometidos con esa práctica de la religión católica».

Los zapatistas reconocieron que «no sólo se preocupó por la grave situación de miseria y marginación de los pueblos originarios de Chiapas, además trabajó junto con un heroico equipo pastoral por mejorar esas indignas condiciones de vida y muerte».

De acuerdo con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), Ruiz García padeció hostigamiento, incluso antes de su alzamiento en 1994. También mencionan que durante su trabajo en la Comisión Nacional de Intermediación (Conai), «don Samuel recibió presiones, hostigamiento y amenazas».

Destacaron que por encima de estos ataques «don Samuel Ruiz García y los cristianos como él, tuvieron, tienen y tendrán un lugar especial en el moreno corazón de las comunidades indígenas zapatistas».

En el documento saludaron a los cristianos de todo el mundo que como don Samuel «no guardan un silencio cómplice frente a la injusticia, ni permanecen inmóviles frente a la guerra».

«Se va don Samuel, pero quedan muchas otras, muchos otros que, en y por la fe católica cristiana, luchan por un mundo terrenal más justo, más libre, más democrático, es decir, por un mundo mejor. Salud a ellas y ellos, porque de sus desvelos también se nacerá el mañana».

DOCH

2 comentarios to “Samuel Ruiz: el caminante.”

  1. UN CORDIAL SALUDO y una anecdota vivencial con tatik jtatic el obispo de San Cristobal en 1983
    CUANDO LA SELVA HERBIA!
    verdades que parecen ficcion y ficciôn superada por la verdad de vida.

    http://www.noticiasriogrande.com/?laNotaID=36373&laCategoria=8

  2. Que descanse en paz Obispo
    (por sus iguales mal visto) por defender a los indios,
    fue muy pesada su cruz
    por imitar a Jesus en sus cristianos designios.

    Los pederastas malvados
    en la sotana enfundados desprestigian tal mision,
    por eso usted se agiganta
    porque su bondad fue tanta que no tiene parangon.

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